Hoy compartimos con todos vosotros un editorial escrito por nuestro nuestra responsable de marketing y community manager, Raquel Pereira, para la revista AUNA sobre los aprendizajes que ha extraído ella como persona y como parte de la Familia ROBLAN durante toda la crisis de la pandemia del COVID-19. ¡Esperamos que os guste!
La pandemia nos ha cambiado a todos, incluso a las marcas. No sabemos si serán cambios que perduren, aunque creo que es nuestra obligación extraer los hechos positivos que hemos aprendido y hacerlos perdurar en el tiempo.
En febrero de 2020 comenzamos a notar las primeras señales de algo que se prolongaría durante más de un año. El impacto inicial lo recibimos al ver que la crisis del COVID-19 y el confinamiento en China generaba grandes problemas en la cadena de suministro de nuestro sector. Cerramos un año 2020 en el que, según la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), el sector vivió una caída de cerca del 7% generalizada y cerca del 11% en la demanda nacional. En el medio del camino todos, como marcas y como personas, vivimos momentos duros, de enfermedad, de parón laboral, de incertidumbre y de proyectos frustrados.
Esto también se vivió en ROBLAN, pero hoy quiero destacar, tal y como comenzaba el artículo, aquello que hemos aprendido. En primer lugar, hemos reafirmado que la cercanía y nuestro afán por buscar un trato cercano y un servicio detallista como Familia ROBLAN cobran más sentido que nunca en situaciones como la vivida. No lo decimos nosotros desde dentro, sino que lo dicen nuestros clientes. Según una encuesta realizada entre enero y febrero de este año, sabemos que para el 76,4% de ellos fuimos un apoyo durante la pandemia, valorando por encima de todo nuestro servicio y el contacto directo con nuestro equipo comercial (90%) y las formaciones virtuales ofrecidas, seguidas por uno de cada tres clientes.
Por otro lado, creemos que este largo año de pandemia ha puesto en valor la necesidad de humanizar las relaciones y de ayudar, en la medida de lo posible, al de enfrente. Así, el servicio que ofrecimos a nuestros clientes ayudó a la viabilidad y supervivencia de agentes de nuestro sector, si no que nos conectó más como compañeros, como humanos. El año pasado, en nuestra campaña, decíamos “Enciende lo bueno”, y esta pandemia nos ha ayudado a hacerlo más que nunca.
El servicio de apoyo en la pandemia, estructurado en cuatro pilares, consistió en: estabilidad (apertura 24/7, depósito de productos para mantener servicio y formación), resiliencia (envío prioritario de productos a servicios de atención primaria, I+D+i en productos destinados a luchar contra la pandemia y servicio online sin contacto), apoyo financiero (aplazamiento de pagos y cooperación entre empleados), apoyo a la venta online (clasificación ETIM para facilitación de intercambio de datos y digitalización BMECAT).
Estas son las acciones de las que la familia ROBLAN ha aprendido y nos han demostrado que unidos todos somos más fuertes.
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